Barbie china

En el año 94, durante la época en la que las Barbies comenzaban a proliferar. Encontrábamos dos tipos en el mercado: las auténticas y sus imitaciones chinas con un valor al alcance de todos. La diferencia más notable residía en el tipo de plástico utilizado, tenía un tono más grisáceo, no era sólido, era más bien una capa transparente que permitía que la muñeca se deformara con facilidad. No era como un pato de hule que vuelve a su lugar. No, no, ella se quedaba con la cabeza aplastada y, a veces, cuando jugabas era posible la caída de una pierna, un brazo o todas las anteriores.

En aquel tiempo mi hermana, con tan solo cuatro años y una fama destructiva, tomaba mis preciadas muñecas y les daba su toque personal. Las pintaba con rotuladores permanentes y en ocasiones les hacía cortes de cabello al estilo punky, no sé si sabía lo que estaba haciendo, pero disfrutaba de su papel como peluquera o maquilladora profesional. Algo que me dejaba con el alma en un hilo cuando llegaba del colegio a observar la masacre de tan tierna criatura, con su piel blanca y carita de Ángel. ¿Quién pudiese imaginar algo así?; “Chuky el muñeco demoniaco” se asemejaba a ella en personalidad.
Fue en ese mismo año que mi tio Enrique le regaló uno de esos ejemplares chinos para la navidad. Estas muñecas, al igual que sus primas autenticas, venían sujetas firmemente a la caja con pequeños alambres blancos, que mantenían la cabeza y extremidades sujetos a un cartón rosado. Estas muñecas no podían pararse por sí solas con sus pies diminutos terminados en punta, así que eran amarradas hasta que llegaban a las manos de su dueño.

Ese dia mi impaciente hermana no tuvo consideración alguna y, ansiosa por liberar la muñeca de su prisión, comenzó a tironear de ella, lo que resultó en la sorprendente separación de la cabeza de su cuerpo. Vimos a mi hermana circular frente a nosotros feliz con una cabeza colgando de su manita de globo sin darse cuenta de que llevaba a cuestas un pedazo desmembrado de un cuerpo que yacía en el piso. Cuando al fin notó el crimen estalló en un llanto inconsolable.

No puedo negar que mi alma vengativa infantil se regocijó con una sonrisita. Era la venganza no planeada por las veces que había perdido mis muñecas a manos de la peluquera lunática que convertía sus cabellos en arcoíris irreversibles, barbies pintadas al estilo “wason” pero con toques erráticos de negro sobre las mejillas. Sin embargo, lo que mi hermana experimentó fue aún más drástico. Una muñeca decapitada de esa manera, tan brutal. La imagen rota de una mujer que jamas se parecería a nosotras por muy pintarrajeada que estuviera.

Uno pensaria que desde ese dia mi hermana podría reflexionar. Pero eso es para los adultos. El llanto de un niño desaparece rapido asi como el olvido. Ella no tardó en recomponer su estilo de picazo. Y como una especie de asesina de muñecas empuño el lápiz y siguió pintando las que traía. Porque, para fortuna de ella, mama había guardado las mias en el bolso.

5 1 vote
Article Rating
guest
0 Comentarios
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x